Chan Cil (padre de la trova yucateca)

Chan Cil, Cirilo Baqueiro Preve, es el trovador yucateco que más influencia ejerció en la vida musical de Mérida a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Fue socio del Conservatorio Yucateco de Música y Declamación. De sus conjuntos musicales formaron parte el barítono, violinista y compositor Antonio Hoil Calderón y el notable guitarrista y compositor Fermín Pastrana Pacheco “H’ Uay Cuuc”. Fue colaborador del periódico El Recreo Artístico y varias obras suyas aparecieron publicadas en el semanario J. Jacinto Cuevas (1888-1894), como la barcarola Amelia, con letra de Amado García, y el danzón Pedrito.

En 1895, compuso su célebre guaracha costumbrista La Mestiza, estrenada en junio de ese año por la tiple cubana Amadita Morales en el antiguo Teatro Peón Contreras, cuya partitura se publica ese mismo año en La Gaceta Musical, de Arturo Cosgaya. En 1897, Chan Cil formó parte de la sección filarmónica de la revista La Ilustración Yucateca. Hacia 1903, entró a formar parte de la Sociedad La Bohemia, donde alternó con los más reconocidos artistas y literatos de esa época, como José Peón Contreras, Manuel Sales Cepeda, Ignacio Magaloni Ibarra, José Patrón Cervera, Lorenzo Rosado Domínguez y el joven compositor Gustavo Río Escalante.

Entre su extensa producción musical destacan las canciones Serenata, con letra de Luis F. Gutiérrez Suárez; Un sueño, con Manuel M. Flores; Antes que el negro y solitario olvido, con Fernando Velarde; Las campanillas de tu balcón, con una rima de Gustavo Adolfo Bécquer; Acuérdate de mí, con Luis F. Pérez; ¿Te acuerdas?, con Rafael de Zayas Enríquez, y la guaracha Blanca azucena, con un poeta desconocido. De su total autoría son la guaracha Kooten boox (Vente negrita), el vals Las delicias, y los temas satíricos La mujer y la casa, Los tres besos, La Rafaelita, A los ciudadanos diputados del Congreso, de gran actualidad, el chotís El matrimonio y muchos otros más.

Chan Cil fallece en Mérida el 17 de septiembre de 1910, a la edad de 61 años. Sus funerales constituyeron una sentida nota general de duelo y fueron muy concurridos. Desde 1962, sus restos reposan en el Monumento a los Creadores de la Canción Yucateca, de la Sociedad Artística Ricardo Palmerín, en el Cementerio General de Mérida. Allí mismo se preserva la lápida de mármol que cubrió su sepulcro (Artículo autoría de Luis Pérez Sabido).